jueves, 26 de noviembre de 2015

Juegos de niños...

Para mi que lo de los niños de mi barrio no es normal. O por lo menos, sus juegos no lo son. O no del todo. Estas criaturas le dan una vuelta de tuerca a todo, de tal manera que los juegos de niños acaban siendo canijuegos. O chusmajuegos, como lo queráis llamar. Empezamos porque lo normal es que jueguen a gritarse. Tal cual. Se ponen a gritar el nombre de alguno hasta desgastárselo, y de paso desgastar los tímpanos de los vecinos. Y diréis, "juegan a eso hasta que se quedan afónicos". Pues estos no se quedan afónicos ni a tiros. Son todos futuros trabajadores de El Tintero, dicho con todo mi respeto a dichos trabajadores. Además, como la pequeña del grupo tiene problemas para hablar ella directamente chilla. En sobreagudo. Ha aprendido a ulular y no os imagináis los pulmones que tiene, con lo pequeña que es. De hecho la escucho a pesar de estar escuchando música con los cascos de gamer puestos.

Y esto viene a cuento de que ayer estaba yo en casa y los niños pasaron de jugar a gritarse (el que grita más fuerte gana) a jugar a policías y ladrones. ¿Hasta ahí normal? No del todo. Os transcribo la conversación:

Javi (policía): Señora, queda usted detenida.
María (delincuente): ¿Y por qué me detiene, si yo no he hecho náaaaa?
Javi: Se va usted a venir a la comisaría conmigo.
María: (bajito) No, no es así. Ahora me tienes que registrar...
Javi: Ah, es verdad. A ver, señora, la voy a registrar.
María: Si yo no llevo ná.
Javi: ¿Y esto qué es?
María: No sé, eso no es mío. Eso no se qué es.

Hay que ver, qué razón tienen los pedagogos cuando dicen que los juegos preparan a los niños para la vida adulta. Estos están prepraradísimos...

sábado, 14 de noviembre de 2015

La flauta no mágica.

Pues eso, que digo yo que por qué los maestros de música hacen que los padres equipen  a los niños con las puñeteras flautas. Para cómo la tocan, mejor es comprarles directamente un pito de árbitro, que seguro que les hace más ilusión. Y no hay niño que se libre: empieza el curso y todos a dar por saco con la flautita como posesos, que llega un momento en que estás deseando que la flauta se rompa o el niño se la trague.
El Javi vive en otro bloque pero está siempre dando por saco delante de mi casa y es el gorila de la calle. Como es mayor que el resto, les mangonea de una forma tan descarada que hasta su madre se da cuenta, que ya es decir, porque la madre es una gitana de las que arrancan la moto cada vez que empiezan a hablar- jaaaamediiiigas, aaaaaynoooveeeeea, etc, etc, a unos 500 decibelios a las once de la noche- y normalmente está a su rollo y pasa de los niños. Ella se centra en conseguir que las vecinas la inviten a comer o a cenar, pero las vecinas ya se han pispado y no caen ni de coña. Pues su Javi normalmente es el que organiza los juegos de las niñas- curioso, no los de los niños...- y ayer tocaban flautas. Un pequeño andaba arrancándole gemidos inhumanos a la pobre flauta, y el Javi:
-Noooo veeea, que nooo sabe ni tocá la flaaauta...
Le quitó la flauta al pequeño y empezó a arrancarle los mismos gemidos inhumanos pero con un volumen unas diez veces superior, que en algo se tenía que notar quel Javi es más grande, aunque sólo fuera en los pulmones...
A ver cuándo la prohíben, la puta flauta.


#TodosSomosParis

Ayer viernes, a eso de las diez de la noche, estaba delante de mi adorado ordenador con la intención de escribir pamplinas sobre mi barrio, mis vecinos, y lo malísimo que es que los niños estudien flauta. Pero entonces empezaron a llegar notificaciones en Twitter con los hashtag #Paris #TodosSomosParis #PrayForParis ... Me quedé sin palabras, sin inspiración y sin ganas de contaros mis tonterías.
Lo siento, pero hoy mi corazón está en el Sena. 


Todos somos París.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Mucho tiempo...

... sin escribir, pero claro, es lo que tiene dedicarse al mundo audiovisual. Me engorilo haciendo vídeos para Youtube y os dejo sin blog. Malqueda que es una. 
Pues señor, aquí seguimos en este barrio de Las Flores. No ha cambiado nada. Salvo que como los chiquillos del barrio están creciendo, pues resulta que les crecen los pulmones y la capacidad vocal. Si ya pensaba que chillaban una barbaridad para lo chicos que eran, los decibelios que alcanzan ya pasan a considerarse contaminación acústica. Hagamos recuento:
  • María: la del segundo. Voz de arriero. Va a ser la chunga del barrio- si no lo es ya- y pega unas voces que se oyen en Soria. La madre se empeña en vestirla de rosa y comprarle muñecas y en cuanto se descuida está jugando al fútbol con los chicos más mayores. Se sube los pantalones y escupe como el mismísimo Mono Burgos. Por supuesto, se lleva balonazos a cascoporro y entonces se pone a llorar a pleno pulmón- muuucho pulmón- hasta que su madre sale y regaña al resto. Cuando juega con las niñas su coletilla habitual es "MENTIROSAAAA, MENTIROSAAAAA".
  • Dunia: la del primero. Carita de muñeca y precioso pelo negro y rizado. Que no os engañe. Es una lianta de muchísimo cuidado, capaz de conseguir que el resto de las niñas se maten vivas. Todavía no le he pillado el punto de cómo lo hace, pero habitualmente le baila el agua a María. Parece que nunca ha matado una mosca pero en cuanto los adultos se descuidan hincha a tortas al resto de las niñas.
  • Samira: también en el primero. La más pequeña, pero la que tiene más cojones, porque tiene un problema del habla y aunque tiene cuatro años para cinco no habla. Eso hace que las demás se intenten aprovechar de ella constantemente y ella se desespera para que la entiendan y no la chuleen. Cuando se harta se pone a repartir palos. Con razón.
  • Las Endemoniettes: en el tercero, pared con pared conmigo. Ahora son tres, Yumalai, Vero y Yamila. Delgadas como palitos, no paran quietas. Las ojeras de su madre ya le llegan a la barbilla. Yamila apenas anda aún, pero promete lo suyo. Yumalai pega al resto sin duelo y parece siempre estar de mal humor, lo que con semejante nombrecito se entiende. Se pega con quien haga falta para defender a sus hermanas pequeñas, pero luego ella misma les da candela. Se mete tales palizas con Vero que me han llegado a tirar un cuadro de la pared que comparto con su pasillo. 
  • Los chicos: hay varios, pero van a lo suyo y si están ellos solos jugando con un balón se oyen los pelotazos pero nada más. En el momento que baja alguna niña ya empieza la feria.
Y esta es la chiquillería que ameniza mis tardes desempleadas. Otro día os cuento un poco de los adultos...