... sin escribir, pero claro, es lo que tiene dedicarse al mundo audiovisual. Me engorilo haciendo vídeos para Youtube y os dejo sin blog. Malqueda que es una.
Pues señor, aquí seguimos en este barrio de Las Flores. No ha cambiado nada. Salvo que como los chiquillos del barrio están creciendo, pues resulta que les crecen los pulmones y la capacidad vocal. Si ya pensaba que chillaban una barbaridad para lo chicos que eran, los decibelios que alcanzan ya pasan a considerarse contaminación acústica. Hagamos recuento:
- María: la del segundo. Voz de arriero. Va a ser la chunga del barrio- si no lo es ya- y pega unas voces que se oyen en Soria. La madre se empeña en vestirla de rosa y comprarle muñecas y en cuanto se descuida está jugando al fútbol con los chicos más mayores. Se sube los pantalones y escupe como el mismísimo Mono Burgos. Por supuesto, se lleva balonazos a cascoporro y entonces se pone a llorar a pleno pulmón- muuucho pulmón- hasta que su madre sale y regaña al resto. Cuando juega con las niñas su coletilla habitual es "MENTIROSAAAA, MENTIROSAAAAA".
- Dunia: la del primero. Carita de muñeca y precioso pelo negro y rizado. Que no os engañe. Es una lianta de muchísimo cuidado, capaz de conseguir que el resto de las niñas se maten vivas. Todavía no le he pillado el punto de cómo lo hace, pero habitualmente le baila el agua a María. Parece que nunca ha matado una mosca pero en cuanto los adultos se descuidan hincha a tortas al resto de las niñas.
- Samira: también en el primero. La más pequeña, pero la que tiene más cojones, porque tiene un problema del habla y aunque tiene cuatro años para cinco no habla. Eso hace que las demás se intenten aprovechar de ella constantemente y ella se desespera para que la entiendan y no la chuleen. Cuando se harta se pone a repartir palos. Con razón.
- Las Endemoniettes: en el tercero, pared con pared conmigo. Ahora son tres, Yumalai, Vero y Yamila. Delgadas como palitos, no paran quietas. Las ojeras de su madre ya le llegan a la barbilla. Yamila apenas anda aún, pero promete lo suyo. Yumalai pega al resto sin duelo y parece siempre estar de mal humor, lo que con semejante nombrecito se entiende. Se pega con quien haga falta para defender a sus hermanas pequeñas, pero luego ella misma les da candela. Se mete tales palizas con Vero que me han llegado a tirar un cuadro de la pared que comparto con su pasillo.
- Los chicos: hay varios, pero van a lo suyo y si están ellos solos jugando con un balón se oyen los pelotazos pero nada más. En el momento que baja alguna niña ya empieza la feria.
Y esta es la chiquillería que ameniza mis tardes desempleadas. Otro día os cuento un poco de los adultos...
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