sábado, 14 de noviembre de 2015

La flauta no mágica.

Pues eso, que digo yo que por qué los maestros de música hacen que los padres equipen  a los niños con las puñeteras flautas. Para cómo la tocan, mejor es comprarles directamente un pito de árbitro, que seguro que les hace más ilusión. Y no hay niño que se libre: empieza el curso y todos a dar por saco con la flautita como posesos, que llega un momento en que estás deseando que la flauta se rompa o el niño se la trague.
El Javi vive en otro bloque pero está siempre dando por saco delante de mi casa y es el gorila de la calle. Como es mayor que el resto, les mangonea de una forma tan descarada que hasta su madre se da cuenta, que ya es decir, porque la madre es una gitana de las que arrancan la moto cada vez que empiezan a hablar- jaaaamediiiigas, aaaaaynoooveeeeea, etc, etc, a unos 500 decibelios a las once de la noche- y normalmente está a su rollo y pasa de los niños. Ella se centra en conseguir que las vecinas la inviten a comer o a cenar, pero las vecinas ya se han pispado y no caen ni de coña. Pues su Javi normalmente es el que organiza los juegos de las niñas- curioso, no los de los niños...- y ayer tocaban flautas. Un pequeño andaba arrancándole gemidos inhumanos a la pobre flauta, y el Javi:
-Noooo veeea, que nooo sabe ni tocá la flaaauta...
Le quitó la flauta al pequeño y empezó a arrancarle los mismos gemidos inhumanos pero con un volumen unas diez veces superior, que en algo se tenía que notar quel Javi es más grande, aunque sólo fuera en los pulmones...
A ver cuándo la prohíben, la puta flauta.


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