Para mi que lo de los niños de mi barrio no es normal. O por lo menos, sus juegos no lo son. O no del todo. Estas criaturas le dan una vuelta de tuerca a todo, de tal manera que los juegos de niños acaban siendo canijuegos. O chusmajuegos, como lo queráis llamar. Empezamos porque lo normal es que jueguen a gritarse. Tal cual. Se ponen a gritar el nombre de alguno hasta desgastárselo, y de paso desgastar los tímpanos de los vecinos. Y diréis, "juegan a eso hasta que se quedan afónicos". Pues estos no se quedan afónicos ni a tiros. Son todos futuros trabajadores de El Tintero, dicho con todo mi respeto a dichos trabajadores. Además, como la pequeña del grupo tiene problemas para hablar ella directamente chilla. En sobreagudo. Ha aprendido a ulular y no os imagináis los pulmones que tiene, con lo pequeña que es. De hecho la escucho a pesar de estar escuchando música con los cascos de gamer puestos.
Y esto viene a cuento de que ayer estaba yo en casa y los niños pasaron de jugar a gritarse (el que grita más fuerte gana) a jugar a policías y ladrones. ¿Hasta ahí normal? No del todo. Os transcribo la conversación:
Javi (policía): Señora, queda usted detenida.
María (delincuente): ¿Y por qué me detiene, si yo no he hecho náaaaa?
Javi: Se va usted a venir a la comisaría conmigo.
María: (bajito) No, no es así. Ahora me tienes que registrar...
Javi: Ah, es verdad. A ver, señora, la voy a registrar.
María: Si yo no llevo ná.
Javi: ¿Y esto qué es?
María: No sé, eso no es mío. Eso no se qué es.
Hay que ver, qué razón tienen los pedagogos cuando dicen que los juegos preparan a los niños para la vida adulta. Estos están prepraradísimos...
Reflejo de lo que se ve en casa.
ResponderEliminarBesos