En la oficina suelo tener a mano una botella pequeña de agua, por aquello de ir bebiendo a lo largo de la tarde. Igual que muchos de mis compañeros. Muchos. El resultado es que hay botellas de agua por todas partes. Y el problema es que las botellas de agua, vista una, vistas todas, más aún cuando todos las compramos en la misma máquina de la oficina. No es la primera vez que alguien se lleva mi botella, o yo me llevo la de alguien, o le metemos un buche a la botella ajena. Hay diversas soluciones: escribir el nombre a boli en la etiqueta, pintar con un rotulador la etiqueta, vigilarla como un halcón... Un rollo.
¿La solución? Personalizar la botella, de manera que todo el mundo sepa que esa botella es mía. Sin lugar a dudas. ¿Cómo? Con un retal de tela, una goma del pelo y un botón. Para hacer bonito le he añadido un remate que tenía guardado desde que Franco era corneta (imagináos: está comprado en Pontejos y yo me vine a Málaga en 2002...). Ahora está bien claro que esta es MI botella ¿verdad?
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