Veinticinco millones de años después de que el cuñao me hiciera este fantástico banco de ventana, por fin he cortado una gomaespuma a medida y le he hecho una funda con una tela preciosísima que tenía en casa. En principio, no es la tela que tenía pensado ponerle, pero el estampado en magenta, blanco y gris me ha podido.
Me pasa a menudo que compro los materiales para un proyecto y se quedan cogiendo polvo en un rincón hasta que de repente me entran las cagarrinas de la muerte y lo hago en una tarde. Ya me vale.
Señor Oso parece contento. Mejor que la madera pelá y un montón de trastos ocupando el banco, ya es, que el pobretico estaba enterrado bajo varios libros.
He cosido y rellenado un pequeño almohadón y le he puesto un botón forrado con la misma tela de flores. Sencillo pero efectivo. Ahora ya me puedo sentar en mi banco de ventana a leer un libro y oir gritar a mi vecina la borracha.
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